En mi estudio de arte, encuentro mi refugio creativo. Disfruto dedicando tiempo a trabajar solo, permitiéndome sumergirme por completo en mis proyectos. A pesar de sentir ocasionalmente algo de soledad, es esa tranquilidad la que me proporciona un entorno propicio para la productividad, desde la concepción hasta la ejecución.

Más allá de la pintura, participo en diversas actividades prácticas como la creación de anillos, proyectos de costura, transformación de muebles y más. El estudio se extiende más allá del ámbito de las artes visuales; arriba, tengo un estudio de música donde puedo explorar melodías y expresarme de una manera diferente. Es donde nacen canciones para usar en mis álbumes.

El espacio se enriquece con mi jardín, donde he plantado una variedad de palmas y cocoteros, suculentas, cactus, plantas de ave del paraíso gigantes y plátanos, entre otros, creando una atmósfera tropical que refleja mi pasión por la exuberante naturaleza. La ubicación serena del estudio es crucial para mí, proporcionando el silencio necesario para concentrarme y crear, haciéndolo verdaderamente especial.